Foto por: DELANADA
De vuelta en el campo de batalla, armada de pies a cabeza, con derrotas en mi espalda, pero con la espada afilada me levanto de nuevo. La lucha fue dura, el sacrificio fue fuerte y las marcas no las borrará el tiempo, pero aquí estoy, con el viento soplando a mi favor, con las alas renacidas, con una hoguera en mi interior, y mis ojos puestos en el horizonte.
El tiempo de sanación terminó, el tiempo de esconderse llegó a su fin, y el camino debe continuar, qué batalla me espera no lo sé, pero mi mente está quieta, mi cuerpo está listo, y mi espíritu se fortalece con cada segundo. Y aun cuando camino sola, tengo a las estrellas de guía y a la luna de compañía.
Mi corazón late fuerte, las ansias rebosan y el miedo se apodera de cada fibra, de cada nervio, pero ya no hay marcha atrás. Llega un punto en la vida, en donde se debe desvainar la espada y cortar con todo aquello que te limita, eliminar todo aquello que te hirió y cargaste por demasiado tiempo, pues al camino largo hay que recorrerlo ligero, y lo que no es de este mundo, debe soltarse… arraigos… cadenas… amores… añoranzas…
Existen aquellos que vinieron al mundo a ser acompañados, y existen aquellos que la compañía estará ausente la mayoría del tiempo, pero la soledad forja el carácter, y cada propósito de vida es distinto.
Ahora doy un paso hacia adelante, y que los Dioses me ayuden, que la humildad me siga y el orgullo me abandone, que el honor se apodere de mi ser y la voluntad sea mi guía, pues hacia el amanecer me dirijo, esperando una nueva luz que alimente mis días.
Autora: Paola Gonrod
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